Linfield F.C., obreros y protestantes en Belfast

Linfield F.C., obreros y protestantes en Belfast

A menudo los equipos de fútbol encarnan los anhelos y la vida de una comunidad y recogen lo mejor y lo peor de ese grupo humano unido por estrechos vínculos y para quien ese equipo es un modo de expresarse. Entre los equipos marcados a sangre y fuego por su origen y por lo que representan y a quienes representan hay un equipo que destaca por encima de la inmensa mayoría: nos referimos al Linfield Football & Athletic Club, el equipo de los protestantes de Belfast.

Para entender lo que ha significado el Linfield F.C. hay que remontarse a los orígenes de la dominación inglesa en Irlanda. Aunque los ingleses impusieron numerosas discriminaciones y restricciones sobre la población católica si permanecían católicos, como por ejemplo negarles el acceso a algunas profesiones de prestigio o expropiarles tierras, lo cierto es que la mayoría de los irlandeses permanecieron fieles a su fe. Es por ello que durante el siglo XVII Inglaterra promovió la instalación masiva de protestantes en Irlanda, de los que una gran proporción provenían de Escocia y se instalaron en el norte de la isla, por lo que se les conoció inicialmente como Ulster Scots.

Pero no todos los protestantes instalados en el Ulster prosperaron; algunos acabaron trabajando como obreros: en la Belfast del siglo XIX, claramente estratificada entre una burguesía bienestante protestante que se beneficiaba de la complicidad del gobierno y una población trabajadora católica y empobrecida, los obreros protestantes del sur de Belfast constituían un gueto dentro del gueto. Allí, en Sandy Row, los trabajadores de la Ulster Spinning Company’s Linfield Mill fundaron en 1886 el club de fútbol que iba a convertirse en el estandarte del “loyalism” protestante en Irlanda del Norte desde su estadio de Windsor Park, sede también de la selección norirlandesa. Este carácter se afirmó pronto a través de su rivalidad con el Belfast Celtic, el equipo de los obreros católicos, a imagen de la rivalidad entre Rangers y Celtic de Glasgow, pero con la diferencia que mientras los dos equipos escoceses tienen sus respectivas áreas de influencia claramente delimitadas y alejadas, los territorios fieles al Linfield y al Belfast Celtic se tocaban. El paso del tiempo no ha borrado el “loyalism” de la afición del Linfield F.C., ni su amistad con las aficiones del Chelsea y del Rangers, equipos también marcadamente loyalist.

Esta rivalidad hay que enmarcarla en un contexto más amplio. El último cuarto del siglo XIX vio cómo las tensiones políticas que vivía Irlanda se reflejaban en el mundo del deporte. Por un lado, los nacionalistas irlandeses promovieron los deportes gaélicos como un modo de rechazar los deportes exportados desde Inglaterra. Así, en 1884 nacía la Gaelic Athletics Association (GAA), entre cuyas reglas se incluía la prohibición para sus atletas federados de practicar o incluso asistir como espectadores a deportes no étnicamente irlandeses y la prohibición de federarse para los miembros de las fuerzas de seguridad. Las clases altas de origen inglés y escocés, vinculadas a la administración o al ejército, se inclinaban por el rugby o por el cricket. El fútbol, originado en las public schools inglesas, se popularizó rápidamente entre las clases populares de un país que estaba desarrollando una nueva industria concentrada en los suburbios urbanos. Este fenómeno se daría en Irlanda de modo especialmente intenso en el Noroeste, con su epicentro en Belfast, adonde llegó desde la vecina Escocia, donde los inmigrantes irlandeses del área de Glasgow lo habían adoptado con pasión (pero eso es otra historia, bastante más conocida, que no se limita al Celtic de Glasgow: el Hibernians de Edimburgo, fundado por inmigrantes católicos irlandeses, fue expulsados de la competición escocesa por aquellos tiempos al no ser considerado suficientemente escocés).

Tras la partición de Irlanda en 1921 la liga de fútbol irlandesa, conocida como Irish League (la segunda más antigua del mundo, después de la Liga inglesa), siguió englobando a todos los equipos de la isla, pero las divergencias entre los clubes de fútbol al norte y al sur de la nueva frontera se hicieron cada vez más patentes. Fue el Leinster, equipo del Sur, el primero en dar el paso de abandonarla para formar la League of Ireland, con sede en Dublín y abierta a los equipos del entonces Estado Libre Irlandés. El Linfield, que ha ganado la Irish League 50 veces desde 1890 y que es uno de los cuatro equipos fundadores que se mantienen en ella (junto al Glentoran, el Cliftonville y el Lisburn Distillery), se mantuvo firme como pilar del fútbol y de la comunidad protestante del Ulster. Durante unos cuantos años se siguieron seleccionando a jugadores de toda Irlanda para jugar partidos internacionales, hasta que finalmente, y no sin tensiones, fueron reconocidas las dos selecciones, Irlanda e Irlanda del Norte, con lo que se consumaba la partición de la isla, también en lo futbolístico (otros deportes, como el rugby, continúan con una sola selección irlandesa que representa a dos estados).

Pero volviendo al Ulster, la década de los años 20 del siglo pasado, con un ambiente muy cargado políticamente, asistió al primer abandono de la competición por parte del Belfast Celtic en 1920, debido a que cada partido contra un equipo protestante acababa en batalla campal. El Celtic regresó a la competición en 1924, y con gran éxito (hasta 1935 ganó 10 de 18 ligas disputadas). Pero el final del Belfast Celtic no estaba lejos: en 1948, un derby el Boxing Day de gran tensión entre el Linfield y el Belfast Celtic acabó con la invasión del campo por parte de los seguidores del Linfield, que agredieron a los jugadores del Celtic, entre ellos a Jimmy Jones, que acabó con una pierna rota. De resultas de estos incidentes el Belfast Celtic abandonaba definitivamente la liga de fútbol norirlandesa.

Las batallas entre protestantes y católicos se trasladaron entonces a los Linfield-Derry City. El partido de copa entre ambos equipos el año 1955 se saldó con graves incidentes y agresiones a los jugadores después de que un jugador del Derry City hubiera mostrado un emblema católico a los seguidores del Linfield.

A finales de los años 60 y durante los 70, la época del máximo terror del IRA, la tensión alcanzó cotas también extremas y una vez más los sucesos sociales y políticos que se vivían en Irlanda del Norte tuvieron su reflejo en el mundo del fútbol. A su vez, del territorio del Linfield surgieron lso grupos paramilitares protestantes que dieron su no menos violenta réplica al IRA. Por ejemplo, el Derry City, con su campo situado en el barrio católico de Bogside, que había conseguido captar seguidores entre la población protestante, vio cómo la separación cada vez más absoluta entre las dos comunidades hacía que esos protestantes no pudieran acceder al estadio y que esa presencia se evaporase. Otros equipos, como el Distillery, cuyo campo, en Grosvenor Road, estaba situado en la frontera entre ambas comunidades, tuvo que abandonarlo para evitar los continuos enfrentamientos en la zona (y no hablamos de gritos y pedradas, sino de disparos y bombas). Los aficionados al fútbol católicos en Belfast pasaron a apoyar mayoritariamente al Cliftonville, un equipo de un barrio que había sido mixto pero que, a raíz de la intensificación del conflicto en este periodo, se convirtió en casi exclusivamente católico. Unos pocos datos nos ayudarán a hacernos una idea de la situación que vivía entonces el Ulster: los partidos Cliftonville-Linfield fueron prohibidos debido a que no se podía garantizar la seguridad en los mismos (esta prohibición duraría 28 años, durante los cuales los enfrentamientos entre ambos equipos se jugaron siempre en Windsor Park), los partidos de la selección norirlandesa pasaron a ser jugados en Inglaterra y en la temporada 1972-73 ningún club norirlandés jugó competiciones europeas debido a la situación de guerra civil no declarada.

La afición del Linfield no se amilanó y siguió cultivando su fama de “sectarismo” protestante, por ejemplo cuando en 1979, durante un Dundalk-Linfield de competición europea jugado poco después del asesinato de Lord Mountbatten por parte del IRA y de la muerte de varios soldados británicos en Warrenpoint, quisieron vengar esas muertes provocando graves disturbios en lo que los medios bautizaron como la Batalla de Dundalk. Los disturbios siguieron acompañando al Linfield a lo largo de las décadas de los 80 y 90: precisamente el partido Donegal Celtic-Linfield de Copa del año 1990 dejó más de 30 heridos.

Pero los tiempos han cambiado en Irlanda del Norte y la tensión en las gradas se ha ido suavizando a medida que la tensión política también disminuía. Y una vez más el Linfield está en el centro de la atención y muchos esfuerzos se han concentrado, por parte del gobierno y de las autoridades federativas, para que el Linfield rebaje su identidad protestante y admita socios y jugadores católicos. En este esfuerzo no se han ahorrado recursos, muchos provenientes del programa Fútbol para Todos, financiado por la Unión Europea y que, entre otras iniciativas, ha promovido una obra de teatro contra el sectarismo y centrada en la historia del Belfast Celtic, que ha llegado a representarse en el Senado norirlandés. Con iniciativas como éstas no es de extrañar que, a pesar de todo lo invertido, la afición del Linfield no acabe de “normalizarse”. Así, en marzo de 2008 un partido entre el Linfield y el Clintonville acabó en una batalla campal en las calles de Belfast. Sólo un mes más tarde, en abril de 2008, el partido entre el St. Patricks Athletic de Dublín, como local, y el Linfield como visitante se saldó con graves incidentes provocados por varios centenares de seguidores del Linfield desplazados hasta la capital irlandesa. Y a finales de ese mismo año, el Boxing day degeneró en enfrentamientos entre aficiones durante el Glentoran-Linfield: 70 seguidores del Glentoran rompieron el cerco policial y consiguieron lanzar objetos sobre sus rivales… que reaccionaron contraatacando con tal virulencia que el árbitro hubo de suspender el partido en la media parte.

No sabemos cuál será el futuro del Linfield ni del fútbol norirlandés, pero si algo nos dice su historia es que la mayor o menor virulencia del enfrentamiento político entre las comunidades católica y protestante en Irlanda y en el Ulster en particular seguirá reflejándose en la vida de este histórico club.

P.D.: Este artículo debe su existencia a la idea e insistencia de mi buen amigo José Javier Sampietro, gran conocedor del fútbol británico y el hombre que ha pisado más campos en las Islas de entre todos los que conozco.

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